1.000 horas para Kona
El volumen funciona, o 1.000 horas anuales para clasificarse para Kona…
La semana pasada se abrieron varios debates paralelos sobre estilos de entrenamiento y filosofía de entrenadores. Vivimos en un mundo donde las posiciones polarizadas están tan enquistadas y los debates tornas habitualmente en discusiones que ya se utiliza el termino equidistante como peyorativo por dar a entender que esa es una posición cómoda que permite evitar enfrentamientos, cuando en realidad esa equidistancia del entrenador le sitúa en tierra de nadie.
Tenemos la suerte de compartir conocimiento con entrenadores de todas partes del mundo y cuando comparamos distintos sistemas no hay que olvidar nunca la idiosincrasia de cada país. España, como norma general, es un país que vive dos horas más tarde que otros países y dedica mucho tiempo al presencialismo y al desplazamiento y no se puede plantear del mismo modo el entrenamiento de una persona sin hijos y que teletrabaja en un pequeño municipio que el de otra persona que vive en una gran ciudad y debe desplazarse a su centro de trabajo después de dejar a los niños en el colegio.
Me comentaba Alan Couzens que es acerca de elecciones personales, y no cabe duda que en último termino la decisión de nuestro trabajo, residencia y familia está en nuestra mano, pero todos esos factores confluyen de tal modo que no es posible cambiar uno sin afectar a los demás, y que por lo tanto un entrenador de Grupos de Edad debe considerar la situación personal de cada uno de sus deportistas y adaptarse a dicha situación para que el entrenamiento sea integrado de modo sano en la vida de nuestro triatleta.
Clasificarse para Kona en Grupos de Edad trasciende el mero hecho de un hobby. Es un reto deportivo que intentan muchos deportistas y solo hay 2.500 plazas (este año más al haber dos días de competición). Obviamente, si el 90% de los que compiten en una prueba clasificatoria no logran clasificarse está claro que para llegar a ese 10% que sí lo logra es necesaria una combinación de actitud (cuanto vamos a poner nosotros de nuestra parte) y de aptitud (qué cartas nos tocaron al repartir).
Decía el matemático Malcom Gladwell que un maestro lo es tras dedicar 10.000 horas a una tarea, y no cabe duda que alguien que dedique los próximos 10 años de su vida a especializarse en una tarea durante 20 horas a la semana tendrá una destreza notable en dicha tarea. Y sin embargo, vemos que lo que algunos logramos con mucho esfuerzo otros lo logran en sus primeros intentos, lo que refuerza que la práctica sea más satisfactoria. Esto no se reduce al triatlón, sino a todos los aspectos de la vida, y no conviene caer en el síndrome de la abeja reina, en el que creemos que como somos capaces de hacer algo con un esfuerzo relativo , todos deberíamos ser capaces. Solo debemos retraernos a los tiempos del instituto en el que a algunos se nos daba mejor el ingles, la educación física o la asignatura de Ciencias y otros comprendían de un modo intuitivo los conceptos de las matemáticas o la física.
Ciñéndonos al debate, Couzens argumentaba que de modo ineluctable cualquier persona que dedique 1.000h al año al triatlón debería lograr la clasificación para Kona.
Mi argumento es que esas 1.000 horas reflejan una gran actitud, pero no tiene en cuenta la aptitud del resto de pretendientes a esas plazas que pueden lograrlo con 700 horas. Y la aptitud, las cartas que nos tocaron al nacer, refuerzan la actitud, por lo que es muy duro entrenar 20 horas a la semana durante 50 horas de modo recurrente, sin una recompensa inmediata en forma de rendimiento.
En mi caso particular, sin hijos, viviendo en una ciudad pequeña, compitiendo en atletismo desde los 7 y en triatlón desde los 16, gestionando desde casa mi propio tiempo de trabajo y compartiendo la mitad de mis horas de entrenamiento con mi pareja, entrenar 20 horas como hice la semana pasada me supone un esfuerzo físico que disfruto, pero hoy me he dedicado a escribir esta entrada del blog porque necesitaba bajar un poco una dedicación a la monotarea y también dar algo de respiro a la parte física. Me cuesta mucho pensar que de un modo sano un grupo de edad pueda mantener 20 horas a la semana sin que en algún momento la válvula de la olla pida que se baje un poco la presión, y si lograr la clasificación para Kona supone tantísima presión quizás no merezca la pena, pero estoy plenamente de acuerdo en que son elecciones personales. La mía es evitar lesiones, también mentales, utilizar el ocio deportivo de un modo equilibrado con la familia y poner el máximo esfuerzo en lograr lo que nos propongamos, pero admitiendo que hay retos que pueden no estar a nuestro alcance. Eso no quiere decir que tengamos que ser conformistas; si yo lo hubiese sido entre 2002 y 2008 no habría cambiado nada de lo que hacía mal que me invitaba a pensar que clasificarse para Kona no era posible, y finalmente fue posible 7 veces. Pero la máxima de querer es poder no valida para todo el mundo en todos los ámbitos, porque la predisposición para la excelencia con la que nace Jimmy Hendrix con la guitarra no se logra ensayando 8 horas al día durante una vida, aunque con mucho menos podrás disfrutar tocando con tu grupo.