Jaime Menendez de Luarca – Entrenador Superior de Triatlon 

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Crónica IM LZ 2018

Suena el despertador a las 4 de la mañana del sábado 26 de mayo. Con el tiempo y la experiencia las noches en vela pre Ironman han quedado atrás, aunque me despierto rápidamente y motivado, para dirigirme al desayuno del hotel que abría justo a esa misma hora. Dos tazas de café solo, dos piezas de pan y me dirijo al coche con Sonia a las 4:30 para acercarnos a Puerto del Carmen. Vamos hablando de muchas cosas, casi ninguna relacionada con el IM. Sonia me deja al lado del hotel Fariones y se va a aparcar. Me pongo los auriculares con la música que he escogido el día anterior para ir concentrado a boxes y hacer los últimos preparativos como inflar las ruedas a la presión correcta, poner los bidones y el cuentakilometros en la bici, dejar los geles de la carrera a pie en la bolsa correspondiente y entregar la bolsa de avituallamiento especial del Mirador de Haría, además de ponerme el mono y el neopreno para dirigirme a la línea de salida. Así relatado parece un tramite fácil y agil pero hay que ir a muchos sitios distintos, asegurarse que todo está en su lugar, encontrar el camino para salir de boxes que este año estaba donde nunca había estado y llegar  a las 06:10 en la salida de la natación para calentar 20 minutos y poder hacer una visualización de la carrera en primera fila de los GG.EE, 10 metros después de los pros, sin el estrés de tener que luchar por una posición cuando aun ni siquiera está amaneciendo y queda casi media hora para el bocinazo de salida. Cuando quedan 15 minutos me encuentro en la salida con amigos como Ivan Alvarez y Rayco Marrero con los que hablo unos instantes para entrar en modo focus en la cuenta atrás del ultimo minuto. En los 10 últimos segundos solo estoy mirando la primera boya y cuando nos queremos dar cuenta estamos 3600 brazos intentando encontrar cada uno su espacio antes del primer giro a los 150 metros. Los golpes se suceden pero no percibo violencia y busco mi hueco sabedor de que estaba bien posicionado al verme rodeado de gorros de color amarillo (profesionales) y notar que la brazada es larga y la respiración es controlada. Durante 400 metros es imposible salir de esa tormenta de espuma de nadadores que me rodean y solo miro hacia delante para ver si en algún momento el grupo se corta, lo que percibo a 50 metros del giro de vuelta. Veo que el corte es de unos 10 metros y decido esperar al giro de boya para intentar salir del grupo que se está quedando y alcanzar al que se iba. 10 metros pueden parecer pocos, pero son 8 segundos que remontar a nadadores que están yendo mas rápido que uno y suponen 200 metros muy fuertes que fructifican tras los cuales me sitúo a cola de un grupo que iba del puesto 30º al 40º, con las mejores sensaciones posibles, esas que te llevan muy deprisa sabiendo que te puedes descolgar en cualquier momento pero que no llega a ocurrir nunca. Emergemos de la 1ª vuelta en 27 minutos y tras correr 50 metros por la arena nos quedamos solo 4 triatletas en un ritmo que se nota más cómodo que el de la primera vuelta pero en el que la fatiga muscular de tren superior se deja notar. En otras ocasiones intento pasar al frente para acelerar el ritmo pero esta vez suficiente tengo con no descolgarme.

 

Completamos la 2ª vuelta en 28 minutos para salir a 5´ del grupo de cabeza, lo que supone una natación solida para mi nivel, sin que haya sido la mejor que podría haber sacado este año.  Encuentro la cremallera del neopreno y corro con este bajado a la cintura a través de las duchas mientras oígo los ánimos de Sonia. Paso rápidamente por las carpas de cambio ganando puestos en la misma transición y salgo de boxes para empezar a pedalear antes de los 59 minutos de prueba.

 

Veo a Pedro Andujar y me da tiempo a pensar que ha mejorado su natación respecto al año pasado. Me pasa como una exhalación en el km 3 de bici tras salir de Puerto del Carmen. Se que es netamente superior y además se acerca el primer repecho del d
ía, así que le veo alejarse poco a poco mientras me voy asentando en mis primeras sensaciones, que son buenas; debo levantar pie de los pedales porque enseguida me voy llaneando por encima de 240 watios y me empiezan a pasar varios triatletas. No me preocupa porque se lo que puedo hacer y lo que no, que es estar pendiente del ritmo de otros en una prueba como Lanzarote. Tras 15 minutos de falso llaneo empieza la subida de Hoya Limpia a Tegoyo, por lo que marco un lap para estar entre 290 y 300W. Sigo perdiendo puestos con una subida conservadora y corono Conil hacia el puesto 40º.  Me doy cuenta de que el nivel medio ha subido mucho porque nadie va haciendo alardes y donde hace 4 años iba hacia el puesto 20 ahora la densidad y calidad de rivales es mayor. Tras 19 minutos de ascensión llegamos a La Geria para llanear deprisa hacia Uga, donde empiezo a recuperar los puestos perdidos en la ascensión.

 

En Uga llego al primer avituallamiento y veo el primer imprevisto del día; no hay agua en bidones sino en botellas que no caben en el portabidón, por lo que tengo que coger isotónico que no estaba calculado para poder llevar liquido, obligándome a llevar la botella de agua en el bolsillo del mono y no toda la que quisiera aunque afortunadamente el día es fresco y no echo mucho de menos el liquido por el momento.

 

Adelanto a Michelle Vesterby y me dirijo a 50-60 kms/h hacia el Golfo dejando caer la bici casi sin pedalear y ahorrando energía, ya que los primeros 30 minutos de prueba se saldan a ritmo de Medio Ironman (260W). La bajada al Golfo me permite recuperar hasta una potencia media de 240 y tras la subida de nuevo a Yaiza inicio la subida a Timanfaya, otros 15 minutos de plato pequeño a 295w para coronar con 247w medios y 31 kms/h. Sigo recuperando puestos de mejores nadadores que yo y quienes han subido Conil por encima de sus posibilidades y bajo rápidamente Timanfaya hacia Mancha Blanca con un par de sustos por  las ráfagas de viento lateral.  Empiezo a encontrarme en los llaneos con gente de mi perfil (altos, grandes, rodando fuerte) y avanzamos pasándonos unos a otros en la vuelta de Tinguaton a La Geria.  Los kilómetros van pasando con agilidad y no voy pensando en los que quedan sino en que me quedan muchos para empezar a remontar. Giramos en La Geria hacia Teguise en el km 65 y los falsos llaneos con viento en contra empiezan a pasar factura a los que me rodean. Cristian Moya me canta el puesto 36 y veo 4 triatletas a tiro en los peores tramos de asfalto acercándonos a San Bartolome. Aunque avanzamos contra el viento la velocidad aumenta hasta la ultima rotonda antes de Teguise llegando a 33.5 kms/ y bajando la media a 238 W. El bidón con 9 geles que debe durarme hasta Haria va bajando de modo uniforme y en cada avituallamiento echo de menos un poco de agua por lo que vacio un bidón de isotónico y lo relleno con una botella.  Me alcanzan antes de Teguise dos compañeros del mismo equipo que avanzan en una estrategia claramente hablada de antemano a relevos no escandalosos pero clareamente mas cerca de 5 que de 10 metros. Hace años me habría molestado pero no dejo que eso entre y sigo hacia Teguise donde espero ver por primera vez a Sonia, que me canta 10 minutos!!! con el primer 40-44 yendo yo 2º.  10 minutos!!! ¿cómo me ha metido 10 minutos en 80 kms un rival de mi grupo? No lo pienso más y me dirijo hacia Los Valles con el equipo de 2 a 15 metros junto con un sueco y un francés mejor que nosotros pero con problemas de cadena que cada 5 kilometros debía pararse. Empieza la subida a Haria, otros 20 minutos a 290 y todo el el grupo se mantiene subiendo a la misma velocidad. El 39-30 entra en las curvas de mas desnivel y esta vez soy yo el que está subiendo mejor que mis compañeros de travesia. Corono con 295 watios y 21 minutos de subida con 15” de ventaja pero pierdo 30” al pararme a recoger mi 2º bidón de geles. Bajo Haria muy seguro de mi trazada, no en vano he bajado por aquí decenas de veces entrenando, y alcanzo a todo el grupo que me precedia salvo los dos compañeros de equipo que se que llanean mejor que yo y que debería intentar alcanzar antes de coronar Mirador del Rio. En la subida a Maguez, menos dura este año gracias a que esta recién asfaltada los tengo a 15 segundos pero se me vuelven a ir en la bajada a Ye.

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Los kilómetros pasan con facilidad gracias a todos estos pensamientos y aunque en los últimos 10 minutos de subida del Rio, a los ya consabidos 300w los vuelvo a tener a 15” pero es imposible acercarme a ellos isn gastar cartuchos, aun sabedor de que en el llaneo de Arrieta mantenerme a 12 metros de ellos puede darme una ganancia sustancial en tiempo y ahorro en watios, pero solo me queda la bajada vertiginosa del Mirador del Rio y definitivamente avanzan muy deprisa en condiciones favorables y aunque bajo a 80 kms/h al llegar a la gasolinera de Arrieta les veo a 30” y doy ese grupo por imposible. Marco mi lap en el el Garmin a 230 watios para dirigirme en un llaneo a 38 kms/h y 230 watios hasta el inicio del cruce de Teseguite, y empiezo a ver a lo lejos mas puestos que remontar, a los que doy caza en la subida a Tesguite. Sonia está en ese cruce y me dice que he remontado en los Miradores 7 minutos al primero, síntoma claro de que ha salido mucho mas fuerte que yo porque mis watios se mantienen constantes en 240 tras las subidas y el llaneo, aunque se que deben bajar hasta los 230 en T2. Alcanzo a Xabi Torrades y otros tres triatletas coronando Teseguite y afronto la bajada a Famara confiando en mi ventaja aerodinámica, lo que asi ocurre ya que me marcho sin pedalear hasta el punto de giro de Las Laderas de Famara, que se ha hecho muy duro mentalmente ya que nos estamos alejando para girar 180º por el mismo camino. En el punto de giro Torrades está a 30” y decido subir a la rotonda de Teguise muy fácil dejándome alcanzar, sacrificando un posible minuto en T2 a cambio de afrontar los últimos 25 kms con relativa frescura. El último llaneo por la Geria no cambia nada en el grupo y se hace relativamente monótono hasta llegar a Tegoyo, donde me lanzo hacia abajo para buscar las mejores trazadas del vertiginoso y peligroso descenso de Hoya Limpia a 60 kms/h encadenando curvas que no eran peligrosas gracias a que los días anteriores la organización ha barrido la arena que de otro modo podría provocar un paseo por la lava poco agradable. He bajado muy bien y con confianza y me planto en Puerto del Carmen relativamente fresco. Pierdo dos puestos en el callejeo final pero no me preocupan con 42 kilometros por delante.

 

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Dejo las zapatillas en los pedales y me bajo esperando el primer golpe del asfalto contra la plata del pie que enseguida me dice el castigo muscular que llevo y transmite agradables y esperanzadoras sensaciones. Bajo con la bici a la playa, donde están los boxes, la cuelgo del rack con la ayuda de un voluntario y recojo mi bolsa roja con las zapatillas, calcetines, dorsal, gorro y bidón con 3 geles. Otro voluntario me da crema solar en el cuello y como voy a salir sin gorra le digo que me de un par de pegotes de crema en el cráneo. Oigo risas sin malicia de unas voluntarias, me rio también y salgo a correr con las zapatillas moviéndose con agilidad. Paso el primer kilometro en 4m07 y me obligo a frenarme. Sigo avanzando con viento con contra, que sin embargo refresca, a ritmos de entre 4m10 y 4m15 dejando hacer. Intuyo que voy a hacer buena carrera a pie, como otro gel en el km 2 y empiezo a remontar puestos a pie casi sin querer. Sonia me canta en el avituallamiento especial que tengo al 1º 40-44 a 40” y que Ivan Alvarez viene a dos minutos. No doy importancia a ningún dato y dejo que la zancada siga. Paso el Beatriz Playa en el km 5 como uno de mis microobjetivos de la maratón y me dirijo al 2º objetivo, el aeropuerto, cuando me pasa Carlos Aznar corriendo sub4. Le deseo suerte y sigo a lo mio. Cruzo Matagorda en el km 8 y sigo sub 4m15 con mucha facilidad, alcanzando en el punto de giro al 1º 40-44 a la vez que me alcanza Ivan. En ese momento el viento pasa a ser a favor y deja de refrescar, y empiezo a notar calor, a la vez que se me empiezan a ir Ivan y el que ahora era 2º 40-44. Doy esos puestos por imposible en ese momento y empiezo a ver kilómetros a 4m20 en el 14, algo completamente normal, pero de repeente los kms que estaban pasando casi sin verlos empiezan a ser mentalmente eternos y en el 17 veo un 4m50 que da señales de alarma. He pasado por aquí más veces y se que mis 5 kmsmalos de Ironman suelen ser un problema de que no he comido y suelo arreglarlo con dos geles andando en un avituallamiento con agua. Pero llevo 21 geles en bici y 4 ya a pie por lo que me llama la atención esa zancada tan propia de ir vacio. Uno de mis puntos fuertes como es la fortaleza mental en la carrera a pie se empieza a esfumar y me olvido de mi máxima principal en el Ironman que es correr contra mi mismo y esperar el puesto como consecuencia.

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Quedan 25 kilometros y me dicen que tengo 17 minutos de ventaja para asegurar el bronce en meta, 17 minutos que van a empezar a ir cayendo poco a a poco con parciales de entre 5m10 y 5m30 y sin casi levantar los pies del suelo. Completo la primera vuelta de 21 kms y en el punto de giro del 26 me cantan 12 minutos que me hunden un poco más. Decido andar dos avituallamientos aunque podía seguir corriendo físicamente pero necesito un descanso mental y hago dos kilómetros en 14 minutos, con lo que el 3º clasificado solo tiene que adelantarme mientras yo me quito de encima la losa de lucharlo y sabedor de que perder la plaza de Kona era casi imposible con 8 kms por delante y 20 minutos de ventaja sobre el 6º clasificado. Sin embargo en ese momento estaba pensando que Kona había dejado de ser una ilusión en el momento en el que había perdido el foco sobre lo verdaderamente importante, que era el Ironman de Lanzarote y como siempre me he tomado cualquier prueba de LD, clasificase o no para un Mundial. Necesito encontrar otro microobjetivo para los últimos 5.5 kms y veo 9h28 en el reloj por lo que solo me queda luchar por no ver dos dígitos en el reloj de las horas, algo que no me pasa desde 2002. La ultima subida pre meta es eterna y me pasa Vesterby. La dejo pasar para no entrar a la vez que ella y pueda celebrar su 3º puesto y cruzo la meta con una mezcla de haber sido derrotado por esta isla otra vez 15 años después, pero siendo consciente de que remar 26 kms contra pensamientos negativos y no rendirse era difícil. Me siento con Sonia en meta decepcionado con mis 26 kms de pensamientos negativos y la emoción me sale durante 15 segundos. Me viene bien soltar un poco de lastre moral y tras hacerlo me voy a comer; han caído mas de 30 geles a lo largo del día y me muero de hambre, como si desde el kilometro 16 hubiesen ido directos de estomago a sudor sin aportar energía. Me preguntan por Kona y mi sexta clasificación y en ese momento no se que decisión tomar, por lo que lo dejo hasta el dia siguiente cuando suba a La Santa y vea si me emociona ir esa 6ª vez…

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